CONSEJOS PARA LAS FAMILIAS


La familia educa múltiples facetas de la personalidad, a distintos niveles. Los más superficiales de estos niveles (Educación intelectual, Educación cívica, Educación estética, etc.), son los que pueden confiarse a otras instituciones sociales, como a la escuela. Los más fundamentales, en cambio, como la intimidad y el calor familiar, es muy discutible que puedan transferirse.
Lo que de un modo más insustituible ha de dar la familia a un niño, es la relación afectiva y más cuanto más pequeño es el hijo. En los primeros años de su vida esa corriente afectiva es para él, una verdadera necesidad biológica, como base de la posterior actividad fisiológica y psíquica. Se le inducen actitudes y habilidades necesarias (andar, hablar, respuesta afectiva -sonrisa-, etc.), que, sino se educan en el momento oportuno, luego ya no es posible imprimirlas en el niño.
A medida que el niño va creciendo, cuenta menos el papel condicionante del afecto materno y el familiar para dar creciente entrada a factores externos a la familia, aunque la primera situación nunca llega a romperse del todo.
El papel de la familia consiste en formar los sentimientos, asume este papel no enseñando, sino contentándose con existir, es decir, amando; y la acción educadora se extiende a los padres tanto como a los hijos.


Por lo tanto, ¿Qué debemos hacer para educar en una buena salud mental de nuestros hijos?

  1. Establecer un horario regular de hábitos de estudio, comidas, ocio y descanso.
  2. Evitar sobrecargar al niño o niña con actividades innecesarias.
  3. No excusar las dificultades en la escuela y culpar de las mismas al maestro.
  4. No ver en la ocasional desobediencia un reto a la autoridad paterna. La curiosidad y el placer de los hijos no siempre coinciden con los deseos de los padres.
  5. Las órdenes deben darse sin exigencias. Felicitar al niño o niña cuando obedezca.
  6. Se obtienen mejores resultados con una frase oportuna de elogio que con prohibiciones y castigos.
  7. No exigir al niño o niña más responsabilidad de la que puede asumir. 
  8. Si el niño o niña no encuentra consideración a sus propios sentimientos, no tiene la oportunidad de aprender a considerar los sentimientos de los demás.
  9. No me des todo lo que pida. A veces sólo pido para ver cuanto puedo conseguir.
  10. No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más agrado.
  11. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decídete y mantén esa decisión. 
  12. No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si me haces parecer mejor que los demás, otro sufrirá. Si me haces parecer peor que los demás, entonces seré yo quien sufra.
  13. No corrijas mis faltas delante de nadie. Enséñame a mejorar cuando estemos solos. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también.
  14. Déjame valerme por mi mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
  15. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí.
  16. Cuando haga algo malo, no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé.
  17. Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que tengo de ti. Me enseñarás también a admitir mis equivocaciones.
  18. Trátame con la misma cordialidad y amabilidad con que tratas a tus amigos. Ser de la misma familia no significa que no podamos ser amigos.
  19. No me digas que haga una cosa si tú no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas.
  20. Cuando te cuente un problema mío no me digas: “ No tengo tiempo para tus tonterías”, o “Eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayudarme.




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